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martes, 18 de septiembre de 2012

...Hoy hablé con mi hermana...

Llamé a María Rosa para saludarla por su cumpleaños, temprano por la mañana.  Luego del saludo propiamente dicho, le pregunté como estaba y le pedí que me cuente con más detalle cual era la refacción que estaba realizando en su casa.
Lo que viene después, es decir su respuesta, es lo que me llevó a escribir sobre el tema, ya que desde que corté el teléfono con ella, no puedo sacarme de la cabeza su relato.
María Rosa, como ya dije es mi hermana, la mayor de nosotros cinco.
Bueno no me detengo más y paso a relatar esta historia que no puedo sacar de mi cabeza, y que  me ha dejado entre helado y conmovido.
Me cuenta que el viernes pasado por la mañana estaba en su habitación sentada en la cama leyendo un libro, hasta que en un momento escuchó como pasos en la terraza, justo encima de su cabeza.
La Rottweiler que tiene como mascota en ese instante se levantó y salió de la habitación, ella miró hacia el techo y no vio, ni volvió a escuchar nada en particular.
Regresó su vista hacia la lectura y un segundo después sintió que una mano grande y helada la levantaba de la cama, empujándola por la espalda hacia la puerta de su cuarto, confundida y temerosa miró hacia atrás y no había nadie, y en ese momento el techo de la habitación se desplomó justo en el lugar donde ella estaba recostada.
Me contó que al escuchar los pasos en el techo, instantes antes del derrumbe, se alarmó pero de inmediato se volvió a meter en su lectura, y sin la más minina intensión de moverse de allí.
Tras cartón su sorpresa al sentir esa mano helada en su espalda, ser empujada fuera de la habitación y el posterior desplome del cielo raso, incluido ladrillos huecos, no solo mampostería, todo en poco segundos.
Tanto mi hermano, el primero al cual  llamó para que vaya a ver lo sucedido, como yo que me lo acaba de contar, atinamos a decir, fue papá la que te sacó de allí.
Ella pensó lo mismo, me dijo luego.
Quiero aclarar que pocas personas son tan centradas y sensatas como mi hermana, por eso le doy todo el crédito a lo que ella sintió y estoy seguro que me costaría creerlo si me lo contara otra persona.
Mi papá desde que ha muerto, este año se cumplen casualmente 20 años,  siempre lo hemos sentido con nosotros, siempre lo recordamos, el está, sigue siendo la cabeza de la familia.
Con la piel erizada aún, quise contar esta historia, una más que nos lleva al origen de todos nosotros...