Catorce náufragos nos subimos a un miro "doble camello" y emprendimos el viaje que nos marcaría para toda la vida.
Ese grupo homogéneo, se terminó de afianzar, ya no habría lugar para divisiones ni disputas, nunca las hubo en realidad, pero si este hito en nuestra juventud, nos hizo mejores personas.
¿Porqué náufragos? No lo se en verdad, supongo que me ha salido nombrarnos de esa manera por que no éramos en nuestra gran mayoría unos tocados por la barita mágica, quién más quién menos, llevaba consigo una carga por haber tenido que madurar antes de tiempo.
Y allí en ese lugar alejado de nuestras familias, supimos convivir, nos protegimos, fuimos uno solo, nadie era más que nadie, todos en pos de todos.
Esas historias de vida, quizás por obra del de arriba estaban destinadas a ser una, a finalmente encontrar en el compañero un amigo y en el amigo un hermano...
Le agradezco a Dios que me haya regalado ese viaje a Bariloche con esos trece seres especiales, al volver yo fui otro, creo que a ellos les pasó lo mismo.
Creo que comprendimos que ser amigos es compromiso, es dar sin pretender nada a cambio, es a pesar de los años y de las vidas que siguen caminos diferentes, estar unidos ¿como? no lo sé, pero si sé que si necesito un hombro tengo varios a los cuales acudir, lo he comprobado, nadie me lo contó.
Hace treinta años, un 14 de agosto de 1982, emprendimos un viaje, que nos marcó sin dudas para siempre.
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