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lunes, 22 de marzo de 2010
El país de ninguna parte.
Sigo sintiendo que pertenezco al pais de ninguna parte... pero también se que tomé un camino que me llevará si Dios quiere a mi lugar, mientras lo transito veo bosques verdes, ciénagas horribles, campos en flor y abismos sin fin.
Tengo miedo no lo voy a negar, pero también confianza que luego de un tiempo llegaré finalmente a mi sitio en este mundo.
Es difícil seguir la senda que uno se fijó, tanto o más quizás que haber tomado la decisión de iniciar un nuevo camino, ya que la sensación de no pertenencia o destierro es muy palpable en cada paso y acto que uno hace.
Hoy me encuentro bien encaminado, pero lejos aún de mi destino, mi sabio amigo me dice que mi brújula marca la dirección correcta y que lo transito con mucha confianza y velocidad.
Si bien así me siento muchas veces, hay momentos en que mis fuerzas me abandonan, miro a mi alrededor y todo me parece desconocido y tenebroso.
Por supuesto que desconozco por donde voy, jamás he pasado por aquí, y es duro a veces volver por un instante a mi camino anterior para ver a mis retoños, para luego , como un abrupto regreso a la realidad, seguir por el mío.
Ellos allá y yo acá, pero mientras no llegue a mi lugar, tampoco podré decirles a ellos que vengan, solo si como hasta ahora de visita.
Hoy lo hacen pero es como esos paradores al costado de la ruta, todo muy precario y sobre todo con la sensación de lo pasajero.
Por ende no les trasmito a ellos que es su hogar, ya que no siento que así sea. Ellos vienen a este recreo de fin de semana, la pasamos bien no voy a negarlo, pero no deja de ser eso un sitio de paso.
Lo peor para mí es cuando ellos no están, éste luce como esos lugares cerrados fuera de la temporada.
La desolación y el silencio se apodera de todo, nadie con quien hablar, sin risas que suenen, ni besos que retumben, ni abrazos que quiten el aire, ni gritos, ni peleas por quien se sienta en el sillón, o quien ve tal programa en la tele o usa primero la compu, sin nadie que pregunte que hay de comer o si lo ayudo con tal o cual cosa.
Muchos pensarán por qué este cristiano no disfruta de su condición de errante solitario, yo les digo que para ser lobo estepario hay que nacer de esa manera, y no es lo mío precisamente.
Toda mi vida estuve rodeado de gente, esa misma gente que me hizo de la manera que hoy soy, ahora me encuentro sin pertenencia, voy por un sendero donde los arbustos no me dejan ver demasiado lejos, me siento caminado a tientas a la espera nerviosa de lo que vendrá más adelante.
Es verdad aún todavía falta bastante para arribar a mi destino, sin embargo mi temor es el de pasar el resto de mi vida como viajero y vivir por siempre en este el pais de ninguna parte.
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