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jueves, 9 de febrero de 2012

...El aprendiz...



Sí, ese gurrumín que tengo en mis hombros, me pide que le enseñe a manejar, ¿como haría semejante locura, si es un chichón del suelo?


Bueno a decir verdad, el gurrumín a crecido un poco, tanto que me sobre pasa en altura por unos pelos, no tanto como en la foto de pequeño, pero algo así...
Este es Julián, mi primogénito, el muchacho más lindo que he conocido, no el más simpático y parlanchín, pero eso sí  una persona buena como pocas (menos con la hermana), pero ese es otro cantar, ya tendrá tiempo de solucionarlo con su psicólogo cuando le den las ganas de ir o sienta esa necesidad que tarde o temprano le llega a cualquier mortal...
¿Que más decir de Julián? Que lo amo con locura, que es mi debilidad, que puede hacerme sentir mal, culpable, o el hombre más feliz del mundo, con solo una mirada.
Perdonen me he desviado del tema, bah en realidad no sé si como excusa he tomado el asunto de las clases de manejo, para hablar del mejor hijo varón que tengo (el único por otra parte).
Lo que es indiscutible es que hemos abandonado las clases, ya que casi no tenemos auto,  ha cumplido dieciocho y el padre (o sea yo) no ha sido lo diligente como para que el jovenzuelo porte su carnet de conducir.
Admito mi falencia, pero en mi defensa digo que entre la falta de tiempo y el vehículo que ha vivido los últimos meses en el taller, se ha complicado el asunto...
Prometo que no llegará a los diecinueve sin el registro, y si así no lo hiciere Dios y mi conciencia me lo demanden...





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