El Benteveo
desayuna
en una rama...
Lidiando con el rocío
que humedece el nido...
La niebla un manto
que cubre el prado...
El tejado
desangra...
El Ciprés
como faro se yergue
alumbrado
por los primeros rayos...
La mañana
se despereza...
Entrecierra los ojos
y de pronto
el milagro sucede...
Tan cotidiano
se desmerece...
Pero el espectáculo
de todas maneras
hace vibrar,
conmueve...
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