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miércoles, 29 de octubre de 2008

Adolescencia II


Entre mi viaje diario a Caballito y mis tareas escolares y hogareñas, me fui despegando de mi círculo de amistades de toda la vida, los finde al principio fueron dedicados a full a recuperar el tiempo en mis relaciones, desde ocupar toda la tarde del sábado a picados de fútbol, y a la noche a compartir anécdotas entre pizzas y cervezas con estos amigos de siempre.
Pero a medida que los años pasaban, empecé a sentir el "destierro", el de no estar en el barrio, el de no ir al colegio donde la mayoría iba.
Por años me sentí así, aunque me integraban, me daba cuenta que ya no pertenecía a ellos, era como un visitante, que se perdía o no entendía la mitad de las conversaciones, que por más que hacía fuerza no me sentía dentro del círculo.
Hasta que entrando en 3er año, me abrí definitivamente de la barra, ya casi no iba a jugar a la pelota y los sábados a la noche me iba para la "capi", me encontraba con alguna noviecita o me juntaba con mis amigos del cole, volvía a la madrugada, los domingos dormía hasta tarde y cuando me levantaba, estaba listo el asadito de mi viejo, venían mis hermanos, largas sobremesas y así pasaba el primer día de la semana.
Fue una etapa rara, no era de aquí, ni de allá, como dice Facundo Cabral, las relaciones profundas
con los amigos de toda la vida, pasaron a ser un "¿que tal, como te va?" y las nuevas relaciones, por ser nuevas, dejaban una sensación de vacío, pero siempre hay una excepción que confirma la regla, dicha excepción se llama Mariela.
Mariela, del círculo nuevo, mi compañera de secundaria, mi amiga, mi hermana, la persona que he confiado desde los 14 años todos mis secretos, y la que me ha escuchado, aconsejado y aguantado como nadie desde entonces, la persona que me llevo a asegurar que existe la amistad entre el hombre y la mujer, hoy casi 30 años después digo que con la única persona que pude mantener mi afirmación es con ella, no porque sea mala, fea, o le falte algún caramelo en el frasco, es porque creo que nacimos para ser hermanos, y jamás se me cruzo por la mente el buscar otra cosa más que su amistad, como dije han pasado 30 años y han habido muchas oportunidades para hacer tambalear el vínculo, sin embargo aún seguimos unidos por la más pura y transparente relación de amigos.
Mi relación con ella merece un capítulo aparte, que seguramente se llamará: Hermana.

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