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miércoles, 23 de septiembre de 2009
Candela Jazmín
Candeluchi, así la llamo.
La vida te da sorpresas, decía Rubén Blades, gratas e ingratas.
A ella le tocó la segunda.
Sí, a los 6 años, se me pone la piel de gallina al escribirlo, la vida le interpuso un desafío complicado.
La noticia fue un golpe tremendo.
Ella y su familia de manera admirable superaron el estupor inicial, no sin llantos, desvelos, pero también con mucha fe en Dios.
Ahora cuando ya han pasado 3 meses de haberle detectado un “bichito” en la sangre que le ataca las defensas, y luego de varias internaciones, para detener a los malditos bichos, a ella se la ve esplendorosa.
Ya no es una nena de 6, es una mujercita madura, que sabe cuando debe tomar los remedios, para que debe internarse, a que médicos debe ver.
No salgo de mi asombro, cuando la veo bailar junto a mis hijas y amigas.
En su habitación preparan una coreografía durante horas, cuando la tienen estudiada, nos llaman a todos los que estamos en ese momento y nos regalan un show que tiene nada que enviarle a los de cualquier espectáculo infantil.
No se si bailara de manera perfecta, lo que si se, es que esa mujercita nos deja asombrados, conmovidos y por un momento nos hace olvidar la complicada realidad.
Hay que verla, irradia una luz que llena el alma, sus movimientos, su sonrisa, su personalidad, salen a relucir como nunca, todo lo feo se olvida, nos llena de esperanza y amor.
Esa es mi amiga Cadeluchi, la que me enseño, que por más que la vida te de palos, el buen ánimo, la alegría y la fe, todo lo pueden.
Hoy hace exactamente dos años que les escribí a ella y sus padres estas palabras, tenía por ese entonces la necesidad de expresar mi sentir con respecto a la difícil realidad que todos atravesábamos junto a ella.
Luego del tiempo transcurrido ver su recuperación, me hace confirmar que existe un Dios, que la fe mitiga muchas angustias y ayuda a sobrellevar cualquier situación.
No quiero entrar en el terreno místico, ya que tengo los conocimientos básicos del tema, pero me atrevo a decir que él intercedió para su recuperación.
De la misma forma que como dije entonces, sin el amor y constancia de sus padres, tampoco podría haber sido posible.
También, la ciencia de los doctores y su dedicación admirable.
Con todo ese plantel trabajando codo a codo para vencer al bichito invasor, no hubiese sido lógico no salir triunfantes.
Candeluchi, en estos 2 años y meses de lucha, jamás dio señales de flaqueza, fue una valiente, una heroína para su familia y todos los que la queremos como si fuese propia.
Ahora que veo la foto junto a mi hija Violeta, no puedo más que emocionarme, ellas que se conocen desde sus respectivas panzas de cada una de sus madres, siguen siendo inseparables, las une quizás el amor que tenemos entre las familias, o algo que esta más arriba y que no alcanzamos a comprender, por ende no podemos explicar.
Violeta, sufrió mucho la convalecencia de su mejor amiga, pero jamás fue a verla con cara de desaliento o a decirle palabras que no fuesen de optimismo.
Candela hoy en día, ya casi una señorita, sabe que su amiga jamás la dejo sola, y creo que por eso la amistad entre ellas se fortaleció aún más.
Hay que verlas como se preocupan la una por la otra, si una cae enferma por insignificante que sea el síntoma, la otra la llama y le da su apoyo.
Quizás no es buena la forma en que han madurado de golpe estas niñas, pero que hubiese sido de la otra si no hubiera atravesado por este duro camino juntas.
Por eso digo, que Candeluchi, es un ejemplo para muchas familias que estén atravesando un momento duro como el que paso ella, y puedan usarlo como modo de ver el vaso siempre medio lleno, contra viento y marea, pensar que no todo es definitivo y que siempre con valor y fe, puede superarse los malos momentos.
Candela Jazmín este es mi regalo que sale de mi corazón, que es tuyo también, desde que nos enseñaste a no temer y a enfrentar con fe las sorpresas de la vida.
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