El primer amor jamás se olvida, queda anclado en el fondo de
nuestra bahía, no existe tormenta que lo haga escorar…(jucovi)
Su pelo ensortijado, rubio y
largo hasta la cintura, sus ojos color miel, y la redondez del rostro.
Su remera por encima del
ombligo, dejaba ver una pancita adorable, con ese rollito tan simpático propio
de la edad.
La primera vez que mis ojos
se posaron en ella, el corazón se me detuvo por un instante, me sentí mareado y
confundido, como si hubiese bebido un vaso de vino Resero, sin los tres cuartos
de soda que mi padre solía servirme en la cena.
Ella sabía en ese instante
que había conseguido su objetivo, con las artes que las mujeres sin dudas
llevan en sus genes, con simples movimientos, con dejar por un momento de
comportarse como un chico más de la barra, dejando al desnudo toda su
sensualidad.
¿Cómo sucedió? ¿En que
momento pasó de ser “uno” más, a la elegida? ¿Por qué antes
no había reparado en ella,
ni en ninguna otra?
Creo que es algo que no hay
que buscarle una explicación lógica, sencillamente es parte de la vida.
De allí en más el mundo
cambió, no solo era jugar carreras en la cuadra con los autitos rellenos con
masilla y la cuchara sopera en la punta, un partido de fútbol en el baldío de
la esquina, los interminables desafíos de paleta o jugar a la mancha pelota o
congelados.
Ahora disfrutaba de otra
manera jugar a las escondidas luego de la cena con la barra,
aprovechaba esos momentos
para esconderme junto con ella, tomados de la mano, detrás de una ligustrina o
algún arbusto de los vecinos.
Odiaba cuando nos descubrían,
ya que se cortaba esa magia abruptamente y más tarde sentir la mirada de pocos
amigos de Mario, el hermano mayor, que
intuía lo nuestro.
Fue así que una vez nos
pilló, en uno de nuestros encuentros furtivos en el fondo de casa,
ella de frente a la
situación, me llenaba de gestos, yo tan embobado, solo respondía sus
morisquetas con una sonrisa.
Hasta que a centímetros de
mi espalda sentí un grito… “¡que están haciendo!”, volteé y vi el rostro
desencajado del hermano, un muchacho bastante corpulento, de cara redonda y con
los cachetes más colorados de lo habitual, debido a su estado encolerizado.
Comencé a correr
desaforadamente por mi vida, si bien él me llevaba unos cinco años, no pudo
alcanzar a este, por entonces, flaco y escurridizo gurrumín de apenas seis.
Por suerte no han quedado
secuelas de semejante situación traumática, pero he de ser sincero y decir que hasta hoy en día, suelo mirar hacia todo
lados si estoy de espaldas hacia la entrada de algún sitio, por esto mismo
siempre trato de buscar una posición con vista hacia el frente.
Luego, si bien vivíamos en
la misma cuadra, me fue imposible volver a tener un momento a solas con ella,
siempre si no era Mario, estaba Gudelio (el otro hermano, más grandote aún)
custodian-do a mi amada, fue así hasta que llegó el fin del verano.
Ese fue el abrupto final de
mi más deliciosa y encantadora relación, la que recuerdo a más de cuarenta
primaveras como si fuese hoy, la que me marcó para siempre, esa que hizo sentir
la pasión, emoción, aventura, pánico, el amor en definitiva, por primera vez en
la vida.
JUCOVI
2 comentarios:
que dulzura!!!!!!....me encanto y me imagine esa escena...yo tenia novios imaginarios .....los de verdad me daban mucho miedo en aquel entonces!....jajaja...precioso,de verdad.
gracias, y lo que te perdiste nena! jaja.
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