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lunes, 20 de octubre de 2008

Infancia I














Hoy a los 43 años me pregunto ¿Mi infancia fue mejor que la de mis hijos?
Estoy seguro que sí, pero para darle argumento a mi afirmación, voy a hacer un breve repaso, como pensando en voz alta, de mis vivencias en la niñez:
Nací en un barrio de chalets llamado Ciudad Evita, en el cono urbano bonaerense, por entonces se llamaba Ciudad Belgrano, luego M.M. de Güemes y finalmente volvió a su nombre original el de Evita ya que fue construida en los años 50 en el gobierno del Gral. Perón.
Un chalet cómodo y completamente equipado con todos los servicios, agua corriente, luz, gas natural y cloacas, cosa que para la época fue de avanzada, donde curse colegio primario quedaba a 2 cuadras de mi casa, la escuela otro edificio modelo.
¿Uds. dirán que tendrá esto que ver con mi infancia?, yo les respondo que mucho tiene que ver, aunque parezca algo mínimo o irrelevante, el confort ayuda al desarrollo.
¿Pero saben cuando me di cuenta de todo lo que tuve de niño, de cuanta ventaja de confort le llevaba a muchos de los chicos de mi edad? Cuando me case y me mude a La Tablada, un barrio del siglo XIX, donde en muchos lugares al día de hoy no tienen cloacas por ejemplo.
Luego seguiré con este tema para no desviarme demasiado de lo que me lleva a escribir hoy, y para que no se tome como un reconocimiento al Gral. del cual no me siento capacitado para juzgar.
Vivíamos en una cuadra que tenía una sola entrada y salida, ya que al final de la misma había una rotonda.
Se imaginan que era tener además del jardín de casa, y el fondo, una calle de 100 metros para nosotros, donde podíamos hasta acostarnos al borde el cordón a dormir una siesta debajo de un árbol, o hacer una pista de punta a punta, para los autitos rellenos de masilla con la cuchara sopera de bronce en la punta, jugar a la pelota, a la paleta, rayuela, mancha, escondidas, carnaval, andar en bici, con mis amigos de la cuadra.
Salías a la vereda cerca de la 3 de al tarde y de cada casa se empezaban asomar los chicos, eramos 15 entre mujeres y varones de 6 a 13 años, jugábamos hasta la hora de la cena, y después seguíamos un rato más hasta las 10 de la noche, y así todos los días.
Una o dos veces por semana, hacíamos "safaris" hasta el otro lado de la vía o hasta la ruta 21, largas caminatas por las vías, que en época de barriletes de allí traíamos las cañas, para que mi viejo nos hiciera una "bomba".
No quiero olvidar a mi hermano Fredy, me lleva 5 años, fue mi ídolo como se imaginarán, mi amigo, mi protector y confidente.
A él en buena parte le debo haber sido tan feliz.
Al ir creciendo, mi mundo se fue agrandando, salía de la "cuadra", me juntaba con mis amigos de la escuela, que aunque parezca increíble no coincidían con ninguno de mis amigos de la cuadra.
A partir de los 10 hasta los 13 o 14 no había un solo día que no jugáramos a la pelota en el "campito" desde las 2 de la tarde hasta la caída del sol, hubiese sol, frío, calor, lluvia, no importaba, era una cita impostergable e ineludible, ya que si un día se te ocurría quedarte en casa, al rato pasadas las 2, sentías en el frente varias manos llamando a la puerta.
Nadie podía fallar, debería presentar, por poco, certificado médico para que se le excuse el no haber ido.
No se salí un buen jugador de fútbol, lo que si se es que a partir de esa vivencia y del hecho que mi hermano me haya llevado a jugar también con él en muchas oportunidades, si bien al principio de "aguatero"; se que jamás me asustó ni el frío, ni el calor sofocante, ni un aguacero a la hora de jugar, ni que el rival fuese grandote o mal intencionado, en definitiva aprendí a no "arrugar" en las malas o difíciles.
Otra cosa que hacía a la siesta, olvidé mencionar que cuando tenía cerca de 6 o 7 años mi madre por muchos tiempo no se percató que me escapaba por la banderola de mi pieza, cuando cerraba la puerta con llave para que durmisese y así ella también poder dormir tranquila, volvía por el mismo lugar minutos antes de las 5 sin despertar sospechas.
A medida que extendía los límites del barrio, visitiba en mi bici a mis compa de los últimos años de la primaria que vivían más allá del otro lado de las vías, que aventura!!.
Como puede haber comparación entre mi infancia y la de mis hijos, chicos de "departamamento"
que por temor no hemos dejado salir demasiado, ni a jugar a la vereda y para desgracia de ellos no tienen una banderola en su pieza.
Ellos estan acostumbrados a salir poco y nosotros tanto mi señora como yo, eternamente agradecidos, pero ¿ es justo?
Mi pregunta inicial sirvió para darme cuenta que con la excusa de la inseguridad, hemos privado a nuestros hijos de muchas cosas, el tiempo dirá si estuvimos equivocados o no.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Buenísimo que tengas un Blogg, ahora es el momento de tirarte el pelo para adelante y usar chupines de colores.
Voy a seguir leyendo, y si el día de mañana escribís un libro no olvides nombrarme el dia de la presentación como uno de los que te empujo a hacer esto.. y si no llegas a escribirlo, podes olvidarlo no problem.

Mariela Pietragalla dijo...

Primer paso, ya pude ver que "tenès un BLOGGGGGGGGG"... que intentaré leer con paciencia...
Pero primero un reclamo, asì como mentecato quiere que lo nombres yo quiero mi derecho de autor sobre ESA foto que saquè YO. Es historicamente bella y quiero mi crèdito!!! Además los cuatro salieron divinossssssss. A ver si se da un encuentro con los mismos para sacar la misma pose aunque sea 30 años despuès....
Tampoco olvides registrar tu obra en Derechos de Autor, estoy estudiando legislacion cinematografica y hay que registrar hasta los neologìsmos en esta vida!!!!!
Abrazote
mariela